Audiolibro La Santa Muerte: Con Las Tres Desgracias Martha Whittington

Duracion: 4 h y 38 m Fragmento de la obra:Adentro del recinto de Ignacio Juana y Manuela discutían acaloradamente, Chona las jaló por los brazos, atrayéndolashacia ella y las abrazó fuerte, fuerte.- Respiren profundo, y piensen en Mamarita. No podemos fallarle ahora.Las tres respiraron despacio y profundo, con ojos cerrados.Sin soltar, Chona dijo:- Manuela, pregunta a La Santa qué túnica quiere.Manuela asintió y volteó a ver.Ahogó una exclamación de estupefacción y gritó, con ojos desorbitados:- ¡Esta ya vestida! ¡Completa! ¡Está posando! ¡Es perfecta! ¡Rápido! ¡Rápido! La túnica azul marino de terciopelo, con pintitas doradas… la capucha plegada sobre la espalda…. con cabello cayendo sobre los hombros y el pecho… corona de tres puntas bajas dorada, los anillos de perlas y zafiros en los dedos de la mano derecha…. Ahhh… La guadaña también va en la mano derecha, el brazo derecho…. ¡Semi-doblado hacia el frente! Ah… La guadaña va ligeramente inclinada hacia adelante… oooh, es ¡Magnífica! ¡Magnífica! - Dijo finalmente, llorando.Juana y Chona se coordinaron de inmediato y entre las dos hicieron todo lo que Manuela indicaba, sin chistar, ni cuestionar.Manuela se les unió un momento después, sacando cosas de bolsas, neceseres y cajas de cartón.Afortunadamente las chicas llevaban de todo.El trío rápidamente se afinó, como piano de caoba en bar de lujo, y trabajaron juntas en la creación de una formidable obra maestra. Veinte minutos más tarde Ignacio estaba listo.Manuela miraba a una y a otra Santa Muerte y subía o bajaba ligeramente la mano de Ignacio, o reposicionaba la guadaña en su mano.Y las tres quedaron boqui-abiertas y oji-cuadradas con el resultado final.El bello esqueleto de Ignacio ahora era veinte veces más bello e imponente, vestido así.Su abundante cabellera tenía vida propia, caía como cascada ondulante de agua sobre sus hombros y pecho.Mas otra cascada fluyendo libremente sobre su larga espalda.Las puntas del cabello castaño rojizo se anillaron caprichosamente, muy por debajo de su cadera.Ese esqueleto era verdaderamente imponente, enrome, hermoso; no había duda de quién mandaba ahí.No había duda a quién debía respetársele, temérsele, amársele, reazársele, y adorársele; de hoy en adelante. Y en unos minutos más, tampoco habría duda ya sobre la verdadera representación de La Santa Muerte en México.Las tres hermanas llamaron a Rosa y Pascual a venir de este lado de la cortina; ambos quedaron verdaderamente impresionados con el nuevo look de Ignacio.Estaba completamente irreconocible.Pero definitivamente era él.A Rosa se le doblaron las rodillas, pero Pascual la sujetó y la amacizó de nuevo en el piso.Ambos estaban anonadados con lo que veían en ese momento, pero lo aceptaron como su nueva realidad familiar.El temor de ambos -al no ser creyentes, ni tener una idea clara de lo que las chicas querían hacer- se disolvió, al ver que Ignacio lucía gallardo e imponente.Tenía mucha dignidad y sobriedad.Lucía como un rey, listo para reclamar su trono.Ignacio estaba verdaderamente listo para iniciar un reinado de paz, de armonía y justicia para todos por igual.No habría nunca distinción alguna entre ricos y pobres.Ni altos o chaparros.- ¿Y? - Dijo una nerviosa Chona.Pascual asintió y dijo con lágrimas en los ojos: - Príncipe de Príncipes fue siempre mi hijo. Ahora está convertido en Rey de Reyes. Gracias. IDIOMA: ESPAÑOL