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Salir de la religión o de una secta significa aceptar que de pronto estás totalmente solo; es aceptar que vivías en un engaño y aceptar lo difícil que es salir del único lugar seguro que conoces.
Vivimos toda la vida encerrados en ese único lugar “seguro” que conocemos y del que no queremos, no podemos, o no sabemos salir, porque nos inculcaron el terror de hacerlo. Resultará muy difícil para mucha gente enfrentarse a la vida cotidiana, al mundo real, y tratar de gestionar lo más simple y común, lo más mínimo. Cualquier actividad básica confrontará los sistemas de creencias que le han sostenido durante todo el tiempo, en toda su vida, y sí que le llevará al límite de sus emociones hasta casi matarlo.
Los que salen de una secta o de una congregación no son más que una pequeñísima parte de todos los que desean hacerlo. La poca o nula conexión con el exterior no ayuda en nada para poder abrir la mente. Las creencias, normas, estatutos, principios, hábitos, están, invaden todos y cada uno de tus canales de percepción y vivencias, llegando hasta la emoción y la conciencia, por lo que cualquier información exterior que pudiera ayudar a ver las circunstancias se interpretará como un ataque espiritual, como una tentación o una prueba de Satanás para hacerte caer.
Así que como lo lees, no es nada fácil. Qué emoción saber QUE SÍ PUEDES SALIR VIVO DE ALLÍ Y VERDADERAMENTE SER TÚ.
¡Bienvenido! La Divinidad y yo te damos la bienvenida a tu nueva vida.