El autor de “Fobia, Oriente y Occidente juntos para derrotar al miedo”, con esta obra nos ofrece una visión novedosa de la autoestima y del autoconocimiento. Estos dos importantes criterios de desarrollo humano cuyos conceptos no están a menudo al alcance de la comprensión del gran público, se encuentran aquí diestramente explicados para su aplicación al quehacer diario; y no falta, como en todo el trabajo de Alberto Zoccolini, un oportuno enlace con la siempre actual filosofía de los sabios de oriente de la cuya modernidad todo lo que puede ser dicho, resulta superfluo.
Al igual que una novela policial o de terror, entretiene al lector ofreciendo situaciones y escenarios inesperados que reportan con lujo de detalles las vivencias reales de algunas personas cuya vida ha sido extremadamente difícil. Sin embargo, el propósito del libro no es el simple entretenimiento; si bien es cierto que vivimos en una época regida por el consumismo y la diversión con la consecuente infantilización de las masas, afortunadamente hay asuntos muchos más importantes: los valores y la comprensión de la complejidad del ser humano.
Hoy día una de las paradojas más llamativas es la búsqueda de vida en el universo, la colonización de los planetas del sistema solar o de los exoplanetas mientras que sabemos bien poco del funcionamiento de nuestro cerebro y de nuestra mente.
Los niños sobreviven a experiencias terroríficas huyendo de la realidad abrumadora, gracias a su legendaria fantasía; son capaces de crear mundos alternativos y sofisticados métodos de auto curación. Nadie los instruyó en esta destreza, sólo la ejercen.
Los adultos con diferentes trastornos de personalidad poseen la facultad de recuperar su equilibrio y eficacia en la interacción diaria, si utilizan consciente e inteligentemente el poder innato de la imaginación.
El lector de esta obra tendrá la oportunidad de experimentarse -con la imaginación- como protagonista de diferentes películas, aunque interpretando siempre el rol —auténtico— de sí mismo. Con la misma facilidad podrá rescatar su creatividad primordial, dibujando y pintando lo que él solamente está en condición de divisar.
Todo ejercicio de imaginación y expresión plástica posee aquí un único fin común: el autoconocimiento y la reestructuración armónica de la personalidad.
Los adultos debemos entonces apartarnos de nuestra forma de pensar racional, para volver de vez en cuando a ser niños y,…soñar.